¿Justicia fiscal o caza de brujas? La cruzada por exponer la riqueza y su impacto en la privacidad
En un contexto donde la presión fiscal sobre las grandes fortunas es tema central del debate global, Martín Litwak, representante de la Fundación 1841, ofreció una exposición provocadora sobre la creciente tendencia a grabar a los ricos y exhibir sus activos mediante registros públicos. Durante su intervención, no solo analizó las implicancias de estas medidas, sino que también cuestionó la aparente contradicción entre los principios de privacidad y la homogenización tributaria promovida por organismos internacionales.
Litwak inició su ponencia -en el 2024 Tax Annual Summit en Zonamerica- comparando las actuales estrategias fiscales con prácticas de «bullying internacional» que surgieron en los años 90, cuando las listas negras de países comenzaron a señalar a quienes adoptaban modelos tributarios alternativos. Según él, esta lógica ha evolucionado hacia una globalización fiscal que impone un mínimo impositivo en todos los países, erosionando la competencia tributaria. “Es como fijar un precio único al litro de leche para todos los productores, pero aplicado al ámbito fiscal”, ilustró con ironía.
Uno de los puntos más polémicos fue su crítica a la exposición pública de los beneficiarios finales de empresas y activos, una práctica que describió como una «invasión de privacidad disfrazada de transparencia». Litwak mencionó cómo la Unión Europea dio un giro reciente, al restringir el acceso irrestricto a estos registros tras fallos judiciales que priorizan los derechos individuales. Sin embargo, advirtió que la tendencia persiste en muchos países.
El orador también cuestionó la narrativa que promueve un incremento de impuestos sobre los ricos bajo el pretexto de “justicia social”. “Se habla de que los ricos deben pagar su ‘justa parte’, pero ¿quién define qué es justo? ¿Pagamos impuestos por lo que tenemos o por el resentimiento que genera nuestra riqueza en otros?”, interrogó, aludiendo al riesgo de construir políticas fiscales basadas en emociones más que en datos objetivos.
En relación con América Latina, Litwak puso como ejemplo la implementación de impuestos al patrimonio en países como Colombia y Argentina. Reconoció que, si bien estos pueden parecer medidas temporales, a menudo terminan siendo permanentes y generan efectos adversos como fuga de capitales o desincentivos a la inversión.
El mensaje central fue claro: mientras se promueve una mayor homogenización fiscal y se imponen más controles, se está sacrificando el derecho a la privacidad y la libertad individual. “El acceso indiscriminado a la información financiera de las personas no solo es una amenaza a la privacidad, sino que también genera un clima de desconfianza hacia las instituciones”, sentenció.
La intervención cerró con un paralelismo entre la fiscalización excesiva y una historieta de Mafalda: “Es como si el Estado asumiera que todos somos culpables hasta que se demuestre lo contrario”, resumió el experto, dejando en el aire una pregunta inquietante: ¿hasta qué punto se está dispuesto a ceder derechos fundamentales en nombre de la transparencia y la justicia social?
La exposición abre un debate crucial sobre los límites de la fiscalización en una era de globalización económica. Por un lado, aboga por una justicia fiscal que no se traduzca en una persecución ideológica de los ricos. Por otro, plantea una reflexión sobre el equilibrio entre el derecho a la privacidad y las exigencias de los estados en su búsqueda de recursos. Una discusión que trasciende fronteras y afecta tanto a individuos como a gobiernos.